top of page

Ana Grynbaum – Una teóloga feminista: Uta Ranke-Heinemann (“Eunucos por el reino de los cielos")

Desafiando mi laicismo a la uruguaya (con su trasfondo de horror hacia toda manifestación de religiosidad) en los últimos tiempos he estado leyendo abundante literatura cristiana. No debería llamar la atención, es imposible no pisar alguna vez el terreno de la Iglesia Católica para quien se interesa en la cultura y el arte.



Sin embargo, la intelectualidad mal-entendidamente laica, raramente osa meterse en las cuestiones de la fe y su manejo, como si estas fueran menores y se hubieran perdido en un pasado ya superado, o como para evitar alguna suerte de infección innombrable. De esta manera, tan posmoderna, se colabora para que las instituciones religiosas sigan siendo dueñas absolutas del discurso que las involucra, incluso si ese discurso constituye también profundas napas de la subjetividad colectiva, mucho más allá de tal o cual feligresía.



EUNUCOS POR EL REINO DE LOS CIELOS, DE UTA RANKE-HEINEMANN


Entre mis lecturas cristianas recientes se cuenta un libro que, muy sorprendentemente, no suena dentro de la bibliografía feminista básica del discurrir actual, al menos entre las voces rioplatenses: Eunucos por el reino de los cielos. Iglesia católica y sexualidad, de Uta Ranke-Heinemann (1988).


Uta Ranke-Heinemann (Alemania, 1927-2021) fue la primera mujer en obtener el doctorado y una cátedra en teología católica. También consiguió ser excomulgada de la Iglesia por hereje al poner en duda la virginidad de María en la concepción y nacimiento de Jesús.


En Eunucos por el reino de los cielos Ranke-Heinemann analiza el manejo de la sexualidad que ha hecho la Iglesia Católica, desde la cúpula hasta las bases, a lo largo de la historia. Muestra cómo este manejo se ha basado en una profunda aversión al sexo en tanto placer, así como en el terror respecto de las mujeres.



REPRODUCCIÓN DE ANTIGUOS PREJUICIOS


El primer elemento sorprendente para los legos es el hecho de que la moral sexual cristiana, es decir la moral sexual occidental tradicional, se base en prejuicios paganos. Los primeros teóricos cristianos habrían adoptado esos prejuicios, con el objetivo de ser aceptados por los paganos y así menguar la persecución de que eran objeto.


Ni en los Evangelios, aun considerando solo los canónicos, ni en el Antiguo Testamento, ni en las epístolas de San Pablo (cuando estos textos son honestamente traducidos y leídos) aparecen fundamentos para la represión y la misoginia largamente desarrollada por la institución eclesiástica.


La figura de Jesús predicó el amor al prójimo y no el odio a las mujeres. Este amor no se especificó como contrario al placer sexual, fue la Iglesia la que se encargó de separar amor de sensualidad a capa y espada.


Ranke-Heinemann recorre exhaustivamente la génesis de los conceptos de celibato y castidad, mostrando su origen gnóstico y estoico. En sus palabras “la magnificación de la virginidad” es una “antigualla pagana” (p. 48).


La antigua aversión al cuerpo y al placer responde a una ideología de dominio, centrada en el dominio de sí, en contra de las pasiones. Esta ideología produjo cruentos episodios de castración, solución extrema al problema de la voluptuosidad, entre cuyos más afamados practicantes está el Padre de la Iglesia Orígenes (c.184 - c. 253), quien se auto-castró.


También se discuten in extenso los planteos de San Agustín (354 - 430) y su adopción del ideal estoico del matrimonio exclusivamente a los efectos de la procreación. Además, se analiza su desprecio por el vínculo matrimonial y su hostilidad al placer, en tanto supuesto transmisor del pecado original.


Ranke-Heinemann atribuye estos conceptos de San Agustín no solo a la influencia del maniqueísmo, del cual había formado parte, sino también a su historia personal y a sus fobias.


Asimismo, recorre la obra de Santo Tomás de Aquino (1225 - 1274) y teólogos posteriores para mostrar cómo el pesimismo sexual heredado de la Antigüedad fue acríticamente repetido, sistematizado y cruelmente aplicado.


La imposición del celibato tiene una historia violenta y llena de resistencias. Aun así, según la autora, su cumplimiento ha sido solo parcial: “El celibato ha llegado a ser una ficción” (p. 109).



EL DIABÓLICO PLACER


La cruzada eclesiástica contra el placer, representado principalmente por las mujeres, va desde lo cómico hasta lo trágico. Desde repetir a Plinio el viejo (m. 79), invocando como ejemplo de conducta sexual al elefante, por su escasa dedicación a la cópula, hasta montar una organización genocida con el pretexto de cazar brujas.


El tristemente conocido tratado sobre brujería Malleus maleficarum (Martillo de las brujas, Estrasburgo, 1487), de los monjes Henrich Kramer y Jacob Sprenger, promovió y acompañó el aparato de persecución, tortura y asesinato de varias decenas de miles de mujeres en Europa durante doscientos años.


El genocidio de mujeres se auto-legitimó en el supuesto de que la brujería, enemigo tan imaginario como temido, proviene del insaciable apetito carnal de las mujeres.


La caza de brujas solo puede ser cabalmente comprendida dentro de la estructura ideológica que le dio lugar, y que Ranke-Heinemann ha expuesto en detalle, con claridad y sin faltarle el humor, aun si irónico.


Así comenta la fantasmagoría del íncubo y el súcubo: (El íncubo: demonio copulador masculino, activo, que en la cópula se sitúa por encima. El súcubo: demonio femenino, pasivo, que se posiciona debajo.) “Subyace (…) la concepción teológica de la posición estándar en el acto sexual, a la que también los diablos parecen atenerse: los diablos-varón yacen encima; los diablos-mujer, debajo. (p. 212)”


También se explica cómo esta fantasía erótica surge de la idea de Santo Tomás de Aquino, el gran organizador de la teología católica, acerca de la copulación con diablos suprayacentes y subyacentes.


Por muy imaginativas que resulten estas teorías, tuvieron nefastas y duraderas consecuencias para la infelicidad de la gente. No solo por las numerosas víctimas de persecuciones y juicios sumarios que se cobraron, sino también debido a la sostenida amenaza que la condena de los placeres significó para la vida cotidiana.



TÉRMINOS DE LA DISCRIMINACIÓN


Eunucos por el reino de los cielos estudia documentadamente una porción crucial de la milenaria guerra de Occidente contra las mujeres.


A raíz de planteos aristotélicos, basados en pseudo-conocimientos biológicos (como una supuesta cantidad diferente de agua en el organismo femenino y masculino) San Alberto Magno (m. 1280) y Santo Tomás de Aquino concibieron al varón como el ser más cercano a la perfección.


En cambio, en palabras de Ranke-Heinemann, “la mujer es un fracaso” (p. 172), un varón fallido. ”Resistir al placer sexual les resulta más difícil por el hecho de que ellas poseen menos ’fuerza de espíritu’ que los varones (p. 172)”. Las mujeres solo habrían de resultar útiles para ayudar al varón a reproducirse.


La autora se detiene para analizar las expresiones de la discriminación en el nivel filológico. En este sentido, da cuenta de la discusión habida en el campo de la teología en el año 585, cuando se planteó la cuestión de si la mujer tiene alma.


Concretamente se debatió acerca de si la mujer está contemplada en la palabra “homo”, que designa tanto al ser humano como al varón. Por fortuna la cuestión fue zanjada positivamente.


Por otra parte, en la palabra “fémina”, se manifiesta la inferioridad destinada a la mujer: “el nombre femina proviene de fides (fe) y minus (menos), luego femina significa: la que tiene menos fe; puesto que ella tiene y conserva siempre una fe menor por su natural constitución” (p. 214).


Tomando en cuenta esta etimología, ¿querría el feminismo cambiar de nombre…?


***


Finalizando, vuelvo a preguntarme, aunque retóricamente ahora: ¿Cómo puede ser que la obra de Uta Ranke-Heinemann no tenga un lugar de mayor relieve en el enfervorizado discurso feminista actual en el Río de la Plata?


Acaso el hecho de ser católica, y teóloga, silenciosamente excluyan a esta brillante mujer del universo de la corrección ideológica. Universo que se pretende purificado, entre otras cosas, de religión.-


***


Las citas son tomadas del libro Eunucos por el reino de los cielos. Iglesia católica y sexualidad, Uta Ranke-Heinemann, Trotta, Madrid, 2005.


Comments


bottom of page